El objetivo principal de mi investigación se centra en el empoderamiento femenino y cómo los programas REDD+ pueden ayudar a ese empoderamiento, en el caso peruano es el Programa Nacional de Conservación de Bosques. Por tal motivo, la oportunidad de viajar a la Comunidad Nativa Chirikyacu fue una experiencia de vital importancia para mí, pues pude ver de primera mano cómo es que se distribuían las labores y los diferentes roles tanto del hombre como de la mujer dentro de la comunidad.
Mi experiencia en la comunidad fue algo peculiar, pues viajaba por primera vez hacia allá, aunque acompañada de dos personas que ya previamente habían estado allí, pero iban a partir mucho antes que yo. Ese detalle me hacía sentir que debía adaptarme lo más rápido posible, y, en lo particular, creo que los dos primeros días fueron difíciles para mí.
Me quedó bastante claro que los hombres de la comunidad eran los que tomaban las decisiones “importantes” y también las decisiones respecto al bosque, pero al ser mi tema centrado en mujeres, mi interés estaba en poder hablar con ellas y poder entender sus motivaciones y aspiraciones. Sin embargo, una gran barrera que encontré fue que el castellano era principalmente hablado por los hombres, las mujeres lo hablaban, sí, pero no todas o no todas lo entendían completamente. Eso me hizo sentir algo frustrada al inicio, pues no sabía cómo comunicarme efectivamente con ellas. A eso le tenía que sumar que para ellas, a pesar de ir con personas que ellas ya conocían, yo era una extraña. Al principio sentía que a pesar que estaban dispuestas a hablar conmigo, no podía entablar un verdadero lazo con ellas. Afortunadamente, poco a poco pude tener más confianza con ellas. Creo que un momento clave, fue el hecho de quedarme sola en la comunidad y visitar la comunidad vecina de aviación.
Al quedarme sola en la comunidad, me sentía más libre, pues sentía que ya no tenía que adaptarme al ritmo de trabajo del grupo con el que había venido, sino tenía que encontrar uno yo. Tuve la suerte de visitar un hogar donde pude sentir que establecí un lazo o un vinculo con la mujer entrevistada, tal fue así que regresé varias veces en el transcurso de los días con el fin de saludarla y saber que está bien. Eventualmente ese mismo vinculo se iba estableciendo con las otras mujeres (no voy a mentir, no con todas, pero sí con las que más pude compartir). Lo cual me daba mucho ánimo para seguir haciendo la investigación.
Luego llegó el momento de ir a la comunidad vecina Aviación. Cuando dije que tenía intenciones de ir a Aviación, los comentarios fuera de “tener cuidado” y “si no te aceptan, te regresas”. En mi cabeza solo estaba la idea de que ya había hablado con el presidente de la FEPIKRESAM y lo que él me dijo: “Dile al Apu que ya has hablado conmigo”. Así que me embarqué hacia Aviación -son unos 10 minutos caminando -al momento de llegar, pregunté por la casa del Apu, pero éste estaba tomando un baño, así que esperé mientras hablaba con su esposa. Finalmente el Apu me dio permiso para seguir con mi investigación, y grande fue mi sorpresa al darme cuenta que si bien despertaba miradas curiosas, pues no dejaba de ser una extraña allí, fui bien recibida por varias mujeres de Aviación.
Es así que se hizo de noche, y tuve que regresar a Chirikyacu. Recuerdo que cuando me di cuenta que ya estaba oscuro, lo primero que hice fue mirar el celular, pues sabía que no tenía mucha batería y tenía que usar la linterna. Al momento de llegar a Chirikyacu, la primera en recibirme fue la señora Tarcila, diciendo que estaba preocupada, que de repente no me iban a dejar salir (de Aviación). Algo similar me dijeron otros muchachos, incluso diciendo que ya estaban pensando en cómo me iban a ir a buscar. Eso fue un momento extraño para mí, pero al mismo tiempo sentí que ya era parte de su comunidad. Regresé a Aviación una vez más, y siempre sentí que para las personas de Chirikyacu, era algo extraño.

Finalmente llegó el momento de partir, y lo sentí mucho, principalmente porque las señoras mayores me preguntaban cuándo volvería, y que ojalá Dios les de vida para volvernos a ver. Realmente me sentí muy conmovida, en especial cuando una de ella se tuvo que limpiar unas lágrimas. Para mí fue una revelación, yo no era la única que no quería irme, sino que ellas tampoco querían que me vaya. Fue un gran contraste para mí, pues al principio sentía que no podía conectar con ellas, pero al final sin darme cuenta nos conectamos.
Todo eso hizo que tuviera una gran experiencia en la comunidad, además de poder aprovechar todas esas experiencias para mi investigación.