A pesar de la fortaleza de las comunidades, la ausencia del Estado y de otras instituciones públicas o privadas, ha provocado que durante la pandemia se abran algunas brechas en la gestión del territorio, provocando que algunos foráneos se instalen en la zona e inicien actividades ilegales. Esto ha generado el debilitamiento de los grupos de vigilancia de las asociaciones de pescadores, madereros y comerciantes de productos no maderables. La falta de apoyo estatal ha empujado a algunos pobladores a desarrollar actividades con estos foráneos para conseguir ingresos económicos rápidos que les permita responder al estado de emergencia provocado por la pandemia en muchas familias. A pesar de ello, podemos decir que de manera más general, la pandemia ha revitalizado y fortalecido la coordinación y la colaboración entre comuneros y organizaciones vecinas, a través de mecanismos de intercambio, control y vigilancia de uso para los espacios donde abundan los recursos naturales. El apoyo estatal y de las organizaciones públicas y privadas será necesario para afrontar las nuevas dinámicas generadas por la pandemia y la presión que probablemente aumente hacia los recursos naturales en la etapa de post pandemia.
Nos ha sorprendido la vitalidad de algunas organizaciones, como las asociaciones de pescadores de la cuenca del Apayacu. Durante la pandemia, estas asociaciones no han parado sus actividades, abasteciendo a los mercados locales y regionales con los peces que extraían de sus ríos y quebradas. Por regla general, los acuerdos comunales para el acceso y aprovechamiento de los recursos se han respetado en todas las comunidades. Esta actividad frenética de los grupos de aprovechamiento de los recursos contrasta con la inactividad de algunas instituciones del estado durante la pandemia, lo que ha generado que algunos permisos de extracción se atrasen, generando ciertos problemas en las comunidades. Al igual que la pesca, la cacería ha sido una actividad de subsistencia y comercio que ha jugado un papel clave en los medios de vida de los pobladores indígenas de estas cuencas hidrográficas, al ser una fuente importante de proteína y sustento económico para solventar un buen número de necesidades básicas.
A nuestro retorno de las comunidades, coincidimos en Pebas con el día de sufragio en la primera vuelta de las elecciones nacionales, presenciando la ausencia del municipio para controlar la aglomeración en colegios, mercados y plazas. Nos encontramos con muchas familias con las que habíamos conversado en nuestro viaje, nos comentaban que algunos no habían salido desde el inicio de la pandemia y aprovecharon en colectar recursos del bosque para vender y responder a sus necesidades de alimentación, alojamiento y combustible para poder asistir a la votación, un indicador más de la lejanía y desinterés de unas autoridades que viven de espaldas a las comunidades indígenas de la región Loreto.

Margarita del Águila Villacorta
Manuel Martín Braña
Dirección de Investigación de las Sociedades Amazónicas- IIAP